1.1. ¿Qué es la educación inclusiva e intercultural? (Importancia, contexto, objetivos)

Las escuelas son un micro reflejo de la sociedad donde los ciudadanos del mañana aprenden sobre el mundo. Para crear una sociedad inclusiva que no se limite a tolerar la diversidad cultural, sino que valore y promueva activamente el multiculturalismo, es fundamental la labor de los profesores. Una educación intercultural y unas aulas inclusivas en las que todos los niños se sientan valorados y acogidos pueden allanar el camino hacia una sociedad más humana, en la que las personas se sientan valoradas y el multiculturalismo se considere una riqueza en lugar de un problema.

Sin embargo, la educación intercultural no es una asignatura que pueda impartirse de forma aislada, digamos dos veces por semana y, si los alumnos aprueban los exámenes, actuarán de forma respetuosa con otras culturas. Por supuesto, dedicar tiempo a conocer a fondo las lenguas, las religiones, los hábitos y las costumbres de otros países o grupos étnicos ayudará a prevenir los prejuicios y los estereotipos de los profesores hacia los alumnos. No obstante, la educación intercultural no debe limitarse a eso. La educación intercultural consiste en cultivar una actitud de apertura hacia el otro. Tal y como lo definieron Schwarzenthal, Schachner, Juang y van de Vijver (2019), la educación intercultural e inclusiva refleja la educación formal e informal que puede formar principios y comportamientos significativos en lo referente a las interacciones abiertas y el diálogo entre los estudiantes procedentes de diferentes entornos socioculturales, y llevar a una convivencia pacífica.

Según la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), la educación “tendrá como objetivo el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”, y “favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz”. Sin embargo, mientras que para los niños que pertenecen a la cultura mayoritaria, se trata de aprender a ser abiertos de mente y respetuosos, para los niños inmigrantes o que pertenecen a minorías étnicas, la educación intercultural también consiste en sentirse incluidos sin ignorar ni borrar las diferencias culturales. La importancia de apreciar el contexto cultural del niño se expresa en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), que menciona que la educación “deberá estar encaminada a (…) fomentar el respeto de los padres del niño, de su propia identidad cultural, de su idioma y de sus valores, de los valores nacionales del país en que vive el niño, del país del que sea originario y de las civilizaciones distintas de la suya”.

Estas ideas constituyen el núcleo de la educación intercultural, cuyos objetivos se definieron de la siguiente manera:

Para ello, es importante distinguir entre la educación multicultural y la educación intercultural. Según las directrices de la UNESCO en materia de educación intercultural, la primera se refiere a “utilizar el aprendizaje de otras culturas para producir la aceptación, o al menos la tolerancia, de estas culturas”, mientras que la segunda pretende ir “más allá de la coexistencia pasiva” y tiene como objetivo “la creación de la comprensión, el respeto y el diálogo entre los diferentes grupos culturales” (2006).

Sin embargo, aunque los profesores son los que imparten las clases y están en contacto directo con los niños, deberían recordar que la educación intercultural no debe depender únicamente de su sentido de la iniciativa antes de seguir buscando formas de llevar el diálogo intercultural a las aulas. También afecta a “(…) otras dimensiones de los procesos educativos (…)” (UNESCO, 2006), que deben animar y apoyar a los educadores en la adopción de metodologías más inclusivas. Más concretamente, la educación intercultural está vinculada a:

En otras palabras, la promoción de la diversidad cultural en las escuelas debería ser una prioridad en la agenda de los responsables políticos con el fin de poder elegir más textos de la literatura mundial, por ejemplo, tener más tiempo para debatir sobre la historia del país de origen del estudiante, tener acceso a recursos útiles y a la formación pertinente. La educación intercultural es, por tanto, un concepto que se refiere a la educación que valora la diversidad cultural y aspira a contribuir a la creación de una sociedad multicultural a través de la adopción de políticas pertinentes y de las iniciativas de los profesores.

Caso práctico

La escritura de cuentos bilingües: el desarrollo de la alfabetización de los niños a través de las lenguas maternas (Dakin, 2012)

A menudo, las iniciativas bienintencionadas que pretenden celebrar la diversidad cultural acaban perpetuando los estereotipos y dando una imagen superficial de una cultura en lugar de ofrecer la oportunidad de conocerla realmente. La lengua es un elemento cultural fuertemente relacionado con la propia identidad y es también una habilidad inestimable, un activo que las personas de origen inmigrante traen consigo. Es una parte de la herencia cultural que, si se celebra adecuadamente, puede hacer progresar las habilidades lingüísticas de la persona y potenciar su sentido de la autoestima. Este caso trata de una iniciativa de este tipo que tuvo lugar en una escuela primaria del Reino Unido.

Justine Dakin, llevó a cabo un pequeño proyecto en una escuela primaria del Reino Unido en el que se invitaba a los alumnos de entre 8 y 10 años a escribir libros de cuentos bilingües o incluso trilingües, en inglés y en su/s lengua/s materna/s, para la biblioteca. Aunque tuvieran que dedicar tiempo después del horario escolar y los recursos fueran limitados, el resultado final fue gratificante para los alumnos. En este proceso se valoraron los recursos de los alumnos, su lengua materna y su patrimonio cultural y el resultado final “reflejó sus habilidades y puntos fuertes personales”. Además, teniendo en cuenta que la educación intercultural consiste en tener, en última instancia, un impacto en una sociedad cada vez más diversa, esta iniciativa lo consiguió implicando a los padres de los niños inmigrantes, así como a otros miembros de la comunidad.

Por ejemplo, Casmir (5), que era polaco y llevaba menos de un año aprendiendo español, optó por crear una guía fotográfica del colegio en la que mostraba las dependencias del colegio y las rutinas escolares. También trabajó en casa clasificando las fotos, escribió las descripciones en polaco y, con la ayuda de un asistente bilingüe, acabó ampliando su capacidad escrita tanto en español como en su lengua materna.

El proyecto en su conjunto fue más allá de sacar a relucir los talentos y puntos fuertes de los niños y permitirles trabajar de forma independiente. En un entorno en el que el inglés era la lengua dominante, se valoró parte de su herencia cultural, su lengua. “Esta validación de la lengua de los niños aumentó su sentido de inclusión y autoestima”.