Bienvenidos a “Educación inclusiva e intercultural – Una aproximación y reflexión inicial”. En esta introducción, veremos la manera de apoyar la integración eficiente de los estudiantes de primaria y del primer ciclo de secundaria con antecedentes migratorios en un nuevo entorno de aprendizaje. Según Brock y Curby (2016), la adaptabilidad se define como la capacidad de los individuos para regular las funciones psico-conductuales cuando responden a condiciones o/y circunstancias nuevas, cambiantes e inciertas. Este enfoque reflexiona sobre la adaptabilidad cognitiva, conductual y emocional y hace referencia a la modificación del comportamiento, el pensamiento o las emociones para hacer frente a situaciones cambiantes, nuevas o inciertas.
Basándose en la investigación realizada por Collie y Martin (2016) sobre las razones por las que la adaptabilidad se considera una capacidad importante para los individuos, centrándose en los estudiantes de la escuela, se ha observado que la adaptabilidad se asocia positivamente con el rendimiento académico, el disfrute escolar, la satisfacción con la vida, el significado y el propósito en la vida y la capacidad académica. Además, la investigación ha demostrado que los estudiantes más adaptables tendían a tener mayores competencias intelectuales que conducían a resultados académicos y extra-académicos más positivos, como la participación en clase, el disfrute en la escuela, la autoestima y la satisfacción con la vida. Como afirman Matthew, y Schuelka (2018), el aula es el entorno en el que los profesores y los niños pueden tener interacciones sociales efectivas, con el objetivo principal de desarrollar habilidades sociales satisfactorias que sentarán las bases para futuros logros académicos. Con esto en mente, los educadores deben ser conscientes de la importancia del apoyo y la conciencia emocional, la capacidad de facilitar el funcionamiento social y emocional en el aula proporcionando un clima positivo, minimizando las interacciones negativas, respondiendo con sensibilidad a las necesidades sociales y académicas y reconociendo las perspectivas de los niños (Rashid y Tikly, 2010).
Por lo tanto, hay que entender que los profesores deben ser capaces de gestionar eficazmente entornos diversificados y multiculturales. Las aulas son entornos sociales complejos que requieren el funcionamiento y el apoyo social y emocional del personal docente hacia los alumnos, y para ello es imprescindible que los profesores tengan las actitudes, las habilidades y los conocimientos necesarios para que sus aulas sean entornos de aprendizaje eficaces para todos los alumnos. La educación intercultural e inclusiva es un reflejo de la educación formal e informal capaz de formar principios y comportamientos significativos en lo que respecta a las interacciones abiertas y el diálogo entre los estudiantes procedentes de diferentes entornos socioculturales, y llevar a la convivencia pacífica (Schwarzenthal, Schachner, Juang y van de Vijver, 2019). Con esta perspectiva, se requiere que los profesores reciban una formación pedagógica adecuada y que utilicen métodos educativos pertinentes para las necesidades de un entorno intercultural e inclusivo determinado, como el centro escolar, el aula, etc. El objetivo es promover la inclusión y reducir las actitudes y los comportamientos negativos, así como los prejuicios hacia los estudiantes con diferentes orígenes nacionales, étnicos y culturales.